¿Cómo puede aparecer una restricción miofascial?

Las restricciones fasciales pueden surgir al sufrirse alguna lesión traumática, (caídas, golpes, intervenciones quirúrgicas, vicios posturales, micro-traumatismos por sobrecargas repetitivas, situaciones de stress.

La fascia, como todo el cuerpo, se adapta a las distintas fuerzas que recaen de las distintas líneas de tensión del cuerpo.

Dentro del sistema Tensegrítico las diferentes líneas aportan un componente de tensión que mantienen al cuerpo en equilibrio. Por el fenómeno de piezoelectricidad las tensiones en la fascia ayudan a la formación de la misma.

La fascia tiene una dirección de fuerza con la cual se alinean y acomodan las fibras de colágeno en función de la dirección a la que está sometida la fascia.

Por ello en el cuerpo tenemos sectores más fuertes con lo que podemos decir que estos se exponen a grande o continuadas cargas diariamente, y líneas o sectores menos requeridos que no son fascialmente tan tensos o la fascia no está tan engrosada.

En este caso puede aparecer restricciones por tejidos de colágeno no ordenados en dirección a la fuerzas de tensión. Estos tejidos entrecruzados ocasionan adherencias y restricciones en el movimiento, como también lo pueden generar las cicatrizaciones de tejidos por las rupturas fibrilares (a raíz de una intervención quirúrgica o diferentes lesiones de los tejidos). En estos sectores la fascia se vuelve más densa y con más rigidez que el resto de la misma. Esto también va a provocar restricciones y/o puntos gatillos en estos sectores.

En presencia de estas adherencias o restricciones el cuerpo compensa los movimientos o las posturas. En busca del confort o no dolor, el cuerpo no es concentrador de tensión, sino que las fuerza de tensión se distribuyen por el mismo generando en otros sectores corporales otras restricciones. Si las mismas no son tratadas los cuerpos entran en círculos viciosos en busca del confort.