FASCIA SUPERFICIAL

La fascia superficial es una capa fibrosa de tejido conectivo, formada por fibras de colágeno entrelazadas sueltas y mezcladas con abundantes fibras elásticas. Es homólogo con la capa muscular cutánea (panículo carnoso) que se encuentra en muchos mamíferos inferiores, donde se puede encontrar una delgada capa de músculo estriado dentro o justo debajo de la fascia superficial, y que sirve para producir el movimiento local de la piel. Por ejemplo, un animal que pasta puede contraer el panículo carnoso para frustrar los intentos de un pájaro de posarse sobre su espalda.

Esta capa muscular es rara en humanos y cuando se encuentra supone una disposición estructural muscular precisa principalmente en el cuello (músculo platisma), en la cara (SMAS o sistema aponeurótico muscular superficial), en la región anal (anal externo esfínter) y en el escroto (el músculo dartos). Se pueden encontrar fibras musculares aisladas en todas las fascias superficiales.

La fascia superficial está presente en todo el cuerpo y, según Abu-Hijleh et al (2006), su disposición y grosor varían según la región del cuerpo, la superficie corporal y el género. En el abdomen, la fascia superficial tiene un grosor medio de 847.4 ± 295 µm y aumenta en dirección próximo caudal, con un valor medio de 551 µm en el epigastrio y 1045 µm en el hipogastrio (Lancerotto et al 2011). Es más grueso en las extremidades inferiores que en las superiores y en la cara posterior del cuerpo en lugar de la anterior. Abu-Hijleh et al (2006) encontraron que el grosor medio de la fascia superficial en la cara dorsal del pie, la cara anterior del muslo y la periferia del seno es significativamente mayor en las mujeres que en los hombres.

Por otro lado, el grosor medio de la fascia superficial en la cara dorsal de la mano y el brazo y en la cara anterior de la pierna es significativamente mayor en los hombres que en las mujeres. En los obesos, la fascia superficial generalmente se rellena con células grasas y muestra un aumento de espesor del 50%. Sterzi (1910) describe la fascia superficial como una estructura más gruesa y resistente en individuos robustos con músculos bien desarrollados. En los humanos, la fascia superficial se vuelve muy delgada en los extremos distales de las extremidades, y es imposible separarla como una capa fibrosa distinta; sin embargo, siempre es posible distinguir entre TAS y TAP. En mamíferos, como el conejo, por ejemplo, el panículo del carnoso está ausente en la porción distal de las extremidades, y solo una delgada capa fibrosa continúa hasta el carpo y el tarso. Esto explica por qué es tan fácil desollar estos animales, a excepción de las patas, la cola, las orejas y alrededor del hocico.

Histológicamente, la fascia superficial está formada por una red de colágeno y fibras elásticas dispuestas de forma irregular (fig. 2.9). Macroscópicamente, la fascia superficial aparece y puede aislarse como una membrana bien definida, pero microscópicamente su estructura se describe mejor como multilamelar o como un panal de abeja apretado. Las diversas subcapas tienen un grosor medio de 66,6 ± 18,6 µm y se pueden distinguir muchos puntos de interconexión entre las subcapas. Se pueden depositar islas irregulares de células grasas (espesor medio 83.87 ± 72.3 µm) entre subcapas de fibras de colágeno. En los jóvenes, la fascia superficial es muy elástica, lo que permite que el subcutis se adapte al estrés en todas las direcciones y luego vuelva a su estado original. Con la edad, la fascia superficial y la retinacula cutis pierden su elasticidad. Esto podría explicar la eventual apotosis de la piel, la formación de arrugas y la hipotonicidad general del subcutis.

En prominencias óseas y en algunos pliegues ligamentosos, la fascia superficial se adhiere a la fascia profunda. Dentro de la fascia superficial, se observan muchas fibras nerviosas y en algunas regiones la fascia superficial se divide, formando compartimentos especiales. Esto ocurre particularmente alrededor de las principales venas subcutáneas (Caggiati 1999) y los vasos linfáticos. Los tabiques fibrosos se extienden desde la túnica externa de las paredes de los vasos hasta la fascia superficial. Funcionalmente, la fascia superficial juega un papel en la integridad de la piel y apoya las estructuras subcutáneas, particularmente las venas, asegurando su permeabilidad. La fascia superficial junto con la retinacula cutis apoya y ayuda a organizar la posición del tejido adiposo. Finalmente, la fascia superficial separa la piel del sistema musculoesquelético permitiendo un deslizamiento normal de los músculos y la piel unos sobre otros.